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El tratado de Paz en Colombia


Sandra Patricia Díaz

Comunicadora Social Periodista

Especialista en Comunicación Educativa, candidata a la Maestría en Investigación de problemas sociales contemporáneos. Docente de la Universidad Nacional Abierta a Distancia UNAD, con experiencia en capacitación a Radios Comunitarias, Radios Escolares y universitarias

Un nuevo horizonte de contenidos para los medios de comunicación


Han sido 60 años vividos en torno al conflicto armado y la violencia regional. Dos generaciones con casi 7 millones de afectados entre campesinos, indígenas, afrodescendientes; niños, niñas, mujeres los que en las diferentes veredas lo han vivido de cerca, e incluso sin ninguna otra alternativa. Y en las ciudades hombres y mujeres entre los 30 y 60 años han naturalizado ya las imágenes que nos presentan los medios, los muertos, los secuestros, el terrorismo, los desaparecidos, los falsos positivos. Desde lejos incluso nos hemos sentido afectados.


Hoy cuando ya tenemos un acuerdo firmado entre el gobierno colombiano y los llamados actores armados, es cuando debemos volver nuestra mirada a nosotros mismos, en términos de atender nuestras propias decisiones como comunidad y sobre todo desde nuestro quehacer, por una nueva historia sin actores armados. Y si estoy parado en el contexto mediático como comunicador, periodista, reportero, corresponsal, integrante de colectivos en pro de la paz es prescriptivo revisar nuestras historias y afectaciones sobre este tiempo histórico de conflicto y emprender un nuevo horizonte de contenidos y mensajes sobre el tema del conflicto y sus vivencias.


Por ello desde el contexto que hoy vivimos de la integración de los medios y la construcción de historia a partir de contenidos propios, queremos proponer algunas premisas sobre la intensión de la promoción de la paz en los medios de información, para que nos sirvan de puntos de discusión frente esta coyuntura y de aprendizajes que soportaran nuestro futuro:


"Las diversas posiciones que presentan frente al proceso de paz son opciones pensadas desde un interés particular, revisemos nuestra necesidad de vida que tenemos y que hay en nuestro alrededor para saber que queremos de la paz".


Entendemos que hay muchas posiciones, en torno a la firma del tratado celebrado en agosto en la mesa de negociación, sobre todo si está en juego el futuro económico, político y social del país y nos sentimos en el umbral de la incertidumbre. Las estadísticas, antes de la firma del acuerdo, nos orientan que la ciudadanía estaba dividida entre un sí (32%) y un no (34%) por las decisiones tomadas en La Habana; después de su firma los habilitados para votar en su mayoría (64%) optan por un sí a lo acordado.


Este es un momento para superar las formulas entre buenos o malos, es fácil decir Guerrilla Versus Ejercito, Guerrilla igual Narcotráfico o explicar qué es lo menos malo o lo más perverso que encontramos para juzgar el proceso. La necesidad es saber que nos enfrentamos a lo que quedo de los muertos, a lo que dejaron los desplazados, a la vida que enfrentan los secuestrados o desaparecidos o los que pisaron una mina, es esa cultura de muerte que nos quedó marcada. Por ello es mucho lo que nos queda por entender del proceso y revisarlo en nuestras memorias, esto nos hará entender para que lo vivimos.

Es indispensable ser partícipe de un escenario donde se deje de lado votos en un plebiscito o dicotomías por políticos partidarios y no partidarios de los acuerdos, y entender que Los Colombianos nos debemos encontrar con un liderazgo para promover un criterio político por la paz y este es el de la integración de nuestra historia de conflicto a lo que somos, los habitantes de un territorio común que necesita de la promoción de nuestra propia historia.


"Aceptar los años de violencia como una experiencia".


Eso significa, entrar en el momento del aprendizaje sobre la violencia y lo que tenemos a partir de esas vivencias. Es hacer memoria y pensar en lo que nos queda. Los recuerdos, la guerrilla no se rindió, ningún frente gano, porque nadie gana una guerra; pero si hay una manera de reparar las víctimas. Esta historia nos dejó 8 millones de víctimas -según el "Centro de Memoria y Reconciliación"-. Dejar de tener guerra significa dejar de tener víctimas. La experiencia nos dice que el conflicto debe superarse reparando a las víctimas.


"Pensar criterios sobre los mensajes para construir la paz es una responsabilidad social".


Pensar en la transmisión sobre noticias del proceso de paz, de sus actores y las comunidades, es una responsabilidad social ya que entablan un camino que ha sido marcado por las grietas del miedo, y atiende a enfrentarse a un tema complejísimo donde intervienen los partidos políticos, la tenencia de tierra, la pobreza de las regiones, la economía creada por el narcotráfico y la justicia como elementos integradores de las decisiones del presente desgastado por la violencia, en la que los lideres tienen mucho por hacer. Aquí la orientación de la acción por ello debe tenerla la comunidad con sus decisiones y revisión de lo que quiere y necesita localmente desde el resultado de sus vivencias, pero los contenidos de los medios son la materia prima de aquellas decisiones.


"La movilización social es civil y no de partidos, los medios son un canal, un soporte".


No debemos olvidar que los medios de comunicación movilizan. Y el llamado hecho por las redes sociales por el No más FARC resultado de la conmoción vivida durante los años 1992 a 2002, tiempo de pérdidas de líderes políticos regionales, miembros del ejército y la policía por los secuestros, fue un acontecer donde la gente se reconoció en una decisión y una voz. Fue una forma de acercarnos como colombianos, diferentes a los de un partido de futbol o reinado de belleza, mediante herramientas informativas que, usadas y difundidas con una intensión ciudadana, nos ponen a prueba como comunidad y generan acciones e incluso -si nos lo proponemos- algunos cambios.


Es necesario renovar Observatorios de Paz y Acuerdos para la presentación de contenidos sobre la violencia y en este momento de contenidos sobre la paz

Estas formas mediáticas que unen pero que también difunden mensajes dicotómicos o exacerban de información; deben recordar que tienen una fusión social educadora si queremos superar una sociedad acomodada a una cultura de muerte, silencio y violencia, están llamados a crear mensajes con valores positivos de reconciliación, convivencia y promoción de la vida.


Por ello sería necesario volver a integrarnos a procesos de "Observatorios de Medios por la Paz", donde se pueda formar, además de a la ciudadanía, a los profesionales que tienen en sus manos la difusión de mensajes mediáticos, como el acuerdo que se desarrolló en 1999, promovido por la Universidad de La Sabana, con directores y codirectores de medios de información colombianos que discutió sobre la cobertura de hechos violentos y que concluyo con el Acuerdo por la Discreción, sobre la cobertura de noticias violentas, la producción de agendas mediáticas con actores armados. Volvamos a su lema "Porque queremos contribuir al logro de la paz, el respeto de la vida y la búsqueda del bien común". Hay que actualizar estos acuerdos, pero para este momento donde nos entregamos a una reconciliación nacional.


"Es necesario crear un lenguaje positivo frente a la conjetura, la manipulación o la reiteración de frases que han sido parte del conflicto".


Actor armado, terrorismo, dado de baja, secuestro, desaparecido, desmovilizado, zona de concentración. El lenguaje crea verdades en el caso de una comunidad, en el caso del consumo de medios crea modas que se convierten en usanzas que, aunque no se entiendan, provocan que nos comuniquemos y pensemos que son verdad. La información debe tratarse con precisión y verdad, por ello es tan importante que los analistas acompañen con un fundamento académico lo que nos presentan los medios y validen incluso el lenguaje que se utiliza para ello.


"No solo se cambian las leyes para soportar el proceso de paz, cambian las comunidades y sus necesidades".


Entendemos que existen muchos medios de comunicación comunitaria en Colombia que sirven de instrumentos locales de participación que incluso han sido escenarios de la promoción de la paz, es necesario aprender con ellos y desde ellos para la comprensión del proceso porque sus luchas y contenidos han proyectado la necesidad de la reconciliación en su territorio.


Las emisoras y canales locales siempre han sido dispositivos de promoción de la participación y la comunidad su vocero. Por ello son fuente de lenguajes, creatividad, sonidos, historias y arte. Son incluso esos escenarios de paz, que desde sus prácticas de comunicación comunitaria se han preparado para este momento, para trasmitir lo que son como región, hablar de ellos mismos y ocuparse de sus problemas, incluso de descubrirse finalmente como capaces de construir un municipio sin violencia.


Abrimos esta discusión sobre la misión que tienen los medios después de los Acuerdos de Paz firmados en La Habana, queremos que también nos escuche y nos cuente desde donde usted nos mira, nos lee y nos oye, y proponga ¿que deben atender los medios en esta coyuntura que está construyendo el presente de un país y el futuro de las generaciones hacia una paz “estable y duradera”?, pero transformadora del comunicador social, como ciudadano, con criterios políticos y elementos de información constantes y justos o responsables en producción de mensajes que le den esperanza y mucha fuerza a una población que debe ser capaz de vivir sin violencia.





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